domingo, 25 de octubre de 2015

Hemos desconocido la vida desconociéndonos a nosotros mismos

Sarcasmo, burla, argumentos creados para ser repetidos no son maneras de defender la verdad que se manifiesta en la congruencia, en la paz, en el entendimiento y en el respeto del propio pensamiento que discierne lo que es sin intentar justificar con información incongruente. Lo que es para una mente que piensa, es lo obvio.

Lamentablemente hoy el hombre contradice lo obvio por querer adaptar la realidad a su ego y semejanza. Y así, defiende todo tipo de esquemas que no puede su mente romper porque ha limitado su capacidad de pensar, valiéndose de depender, más no de ser un ser autónomo con un pensamiento propio como le fue dado ser.

La mente programada para obedecer, seguir y repetir, jamás entenderá las mejores explicaciones y los más interesantes conocimientos, porque la voluntad es el fundamento por el cuál la mente funciona, y sí la dejamos a la deriva del ego podemos encontrar justificación para todo, cuando la realidad es verdad manifiesta en todo momento, donde lo congruente es, sin complicaciones, sin necesidad de justificar, porque lo que es obvio no necesita más que observarse, jamás juzgarse. La verdad de vida es una y es la que está dentro y fuera de cada ser cuando tiene la chispa de la vida que lo mueve, que lo mantiene respirando y siendo un Ser individual.

Hemos desconocido la vida desconociéndonos a nosotros mismos. Hoy es el momento de utilizar la mente para pensar, discernir y deducir en base a lo que es y no acomodar las cosas como nos convienen a través del ego para justificar todo lo que hasta hoy nos ha limitado en lo individual y colectivo.

La toma de responsabilidad es de la que huye el hombre que no quiere pensar, porque prefiere seguir sin pensar, repitiendo informaciones y acciones, echándole la culpa a otros de sus problemas. Cuando no se quiere hacer responsable de que cada uno de sus actos han construído el ego colectivo que forma los sistemas actuales destructivos en los que el hombre habita en cautiverio, limitando su naturaleza de vida, que es, la que le dió la vida en este plano existencial, aquí y ahora.

Pejecita Amor
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