jueves, 21 de enero de 2016

Romper la barrera del ego es romper con el cautiverio mental en la que nuestra mente no puede conocer lo que es verdaderamente la vida

Romper la barrera del ego es romper con el cautiverio mental en la que nuestra mente no puede conocer lo que es verdaderamente la vida, el por qué respira y lo que representa sentir, ser, pensar verdaderamente. Nuestra civilización humana vive presa de sus limitaciones mentales que no le permiten ver lo obvio y busca argumentos que justifiquen lo que les han dicho que es para caer en el autoengaño de creer que el sistema actual es la vida y es progreso, cuando al ir destruyendo vamos minando lo que naturalmente somos, porque al destruír la vida en cualquiera de sus diversas manifestaciones, nos estamos destruyendo a nosotros mismos, porque esa energía de vida que nos hemos limitado conocer en nosotros mismos está presente en los demás y es un espejo en el que nos miramos con distintas densidades y formas.

Más allá de nuestra mente existe la vida, porque la vida no se limita en sus infinitas posibilidades de ser más allá de lo que podemos percibir con la mente que no ha podido realmente evolucionar porque no se ha alineado a la energía de vida que es esa naturaleza de existencia que tienen las demás especies y formas de vida. Naturaleza con la que nacemos y nos van limitando el instinto como si éste fuése algo negativo cuando es la llave que nos abre la puesta del infinito del vida que nos conecta, y así al estar en esa conexión podemos encontrar el rumbo hacía la verdad, donde se encuentran todas las respuestas vivas, dentro de cada ser que se permite fluír y existir sin dejarse confundir por lo que no puede comprobar y no puede sentir.

La naturaleza evoluciona ilimitadamente y lo hace en la naturaleza, no fuera de ella. Eso es lo que tiene que saber el hombre, que tiene que dejar de ignorarse a sí mismo y dejar de ser negación, para fluír en la energía de vida y conectarse al todo, que al final ese es el objetivo real de la espiritualidad verdadera de la que hablaron grandes Maestros, pero que no entendió el ego condicionado de la mente cautiva que no se ama ni se respeta, y por ende su mente está en el cautiverio de lo que realmente en su esencia más profunda es.

Pejecita Amor
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