Los
slogans publicitarios educativos funcionan en el bajo mundo de las
frustraciones y los fracasos de una vida que nos muestran los medios
mercantiles. El poder del "conocimiento secuestrado", la preparación y
"ser alguien". La falsa medida de las ambiciones huérfanas de lo que un
día fue el hombre que no necesitó más que dejarse de ignorar a sí mismo
para tomar conciencia de vida y empezar un crecimiento
evolutivo que lo eleva más allá de la simpleza del mercantilismo
enfermo que crea autómatas, robots enfermos de ambición frustrada y una
vida que lejos de ser la VIDA se asemeja a la muerte que nos hace ser lo
que no somos. La vida no tiene precio, pero tiene un Gran valor, el que
tú mismo le des cuando sales del cautiverio mental y vuelves a ti
disolviendo los egos creados para formar los esquemas de pensamiento que
hoy limitan el flujo de la verdad de vida que es conciencia, en el
hombre que ha frenado su ciclo de evolución por intentar no ser al fin y
al cabo una naturaleza, un animal, un ser que vive en armonía con lo
que es, en la congruencia de lo que le dió la vida, una energía profunda
que hoy desconoce por creer conocer lo que ni siquiera sabe que no es
más que una creación del ego colectivo.
Pejecita Amor
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